Sea cual sea nuestro nivel de interés en el cine y, en especial, en el de Hollywood, todos estamos familiarizados con el glamour que se respira en la ceremonia de los Oscar. De hecho, una gran parte de este evento tiene mucho más que ver con la moda y los cotilleos de las distintas celebridades que, gota a gota, avanzan por su alfombra roja.
Los que nacimos en los ochenta y crecimos en los noventa, recordamos como en una bruma esas galas de finales del siglo pasado, seguramente por su emisión codificada en Canal +. De aquella época apenas nos llegaban destellos de lo que sucedía a través de los escuetos y acelerados momentos claves que se mostraban al final del telediario, y de los minoritarios programas de cine que, en la mayoría de los casos, se emitían en horarios de lo más intempestivo.
Por suerte, en los últimos años, ya sea gracias a internet o a las emisiones en abierto en televisión, desde España nos hemos unido cada vez en mayor número a los millones de espectadores que, en todo el mundo, se concentran frente a sus pantallas para ver uno de los mayores eventos del año.
Aguantar toda la gala puede ser complicado, ya que si trabajas los lunes por la mañana, las ojeras te pueden llegar a las rodillas (y porque, a no ser que seas un auténtico especialista, hay un buen puñado de categorías sobre las que no tendrás ni idea). Sin embargo, para muchos, la parte más interesante tiene lugar relativamente temprano y es la llegada de las estrellas al Dolby Theater de Los Ángeles. Esto es mucho más entretenido si, además, te entusiasma el mundo de la moda.
Año tras año, la mayor y más importante alfombra roja del planeta concentra, no solo a las mayores estrellas del mundo del cine, sino a celebridades de la música, la televisión y la moda y, con los ojos de medio planeta puestos en ellos, no existe un mejor escaparate para exhibir los vestidos de los mejores diseñadores.
Por este motivo, a lo largo de las décadas (este año presenciaremos la 90ª edición de estos premios) hemos podido disfrutar de algunos de los vestidos más icónicos (para bien o para mal) de la historia, lo que nos ha llevado a hacer una recopilación de los que, para nosotros, son los más representativos de estos casi 100 años de los Oscar. Somos conscientes de que muchos grandes vestidos se nos han quedado en el tintero, pero esperamos que disfrutes de nuestra selección y que no dudes en opinar sobre tus favoritos o los que consideras que son los grandes ausentes.
Un poco de historia
Si bien la primera ceremonia de los Oscar tuvo lugar en 1929, sus inicios no fueron tan pomposos. La primera entrega de premios se celebró a puerta cerrada en un almuerzo privado al que acudieron 270 personas, una cifra irrisoria comparado con el número de asistentes de la actualidad. Evidentemente, en aquella época el cine aún no se había convertido en la enorme industria que es en la actualidad y las emisiones de televisión aún no llegaban a todos los hogares.
No fue hasta 1953 que los Oscar comenzaron a emitirse por televisión, lo que hizo que su popularidad aumentara paulatinamente. A partir de ahí, la estructura de este evento comenzó a evolucionar hasta convertirse en uno de los acontecimientos televisivos más importantes del año (sin ir más lejos, es el espectáculo televisivo que más nominaciones y premios Emmy posee).
Un paseo por la historia de la moda
La alfombra roja de los Oscar a lo largo de los años nos ofrece una panorámica ideal de la evolución de la moda (especialmente la de alta costura) a la vez que nos ofrece flashes de originalidad o, directamente, de excentricidad por parte de las estrellas.
A pesar de que resulta difícil encontrar imágenes de las ceremonias de los años en blanco y negro, en las escasas fotografías de la primera edición podemos comprobar cómo la ganadora, Janet Gaynor, lució un modelo muy sobrio, mucho más propio de un domingo por la mañana en el club de golf que del glamour con el que asociamos a Hollywood. Sin embargo, su caso es excepcional ya que, en años posteriores, actrices como Mary Prickford o Helen Hayes comenzaron a lucir modelos mucho más elegantes.
Los años del glamour
Si bien en los años 40 hubo algún vestido digno de mención, como el de Loretta Young que se puede ver en la infografía, fue en los años 50 la clase y el estilo de las grandes actrices comenzaron a establecer sus vestidos como iconos de la moda. Evidentemente, no podía ser menos teniendo en cuenta que dos de las actrices más relevantes de esta época fueron Audrey Hepburn y Grace Kelly, dos auténticas maestras de la elegancia.
El vestido de color marfil con corpiño de encaje y un finísimo cinturón que Audrey Hepburn vistió el día que ganó el Oscar como mejor actriz por “Vacaciones en Roma” (película que, si no has visto, deberías ir a ver ahora mismo), no solamente le trajo suerte a esta actriz de culto, sino que sirvió para mostrarle a los diseñadores que este era un escaparate ideal para sus diseños. Del mismo modo, fue el inicio de la larga relación de la actriz con los diseños de Givenchy, algo que se extendería durante años, tanto en las pantallas como fuera de ellas.
Grace Kelly también pertenece al selecto club de las actrices que ganaron un Oscar llevando un vestido que permanecería durante décadas en el imaginario colectivo. Quizá ayudó el hecho de que la diseñadora del vestido tuviera experiencia ganando Oscars como diseñadora de vestuario en diversas películas, pero seguramente, este vestido en color aguamarina no sería el referente que es en la actualidad de no ser por el porte de la que sería princesa de Mónaco.
La revolución
La dinámica instaurada por la elegancia de Audrey Hepburn y Grace Kelly se mantuvo durante más de una década con vestidos que, si bien no se han ganado un sitio en nuestra lista, merecen una mención especial, como los de Julie Andrews (alias Mary Poppins) o Sofia Loren. Sin embargo, esta tendencia se rompería en 1969. Durante la ceremonia de los Oscar de 1969 se produjeron dos situaciones “anómalas”: en primer lugar, dos actrices empataron como ganadoras del Oscar y, en segundo lugar, una de ellas recogería el premio con un modelo rompedor que abriría la puerta a la innovación en los vestidos de la alfombra roja. Barbara Streisand subió a recoger su Oscar junto a Katherine Hepburn vistiendo un llamativo mono con transparencias en el que destacaban los puños y el cuello blanco y un lazo a modo de pajarita.
Fue a partir de este momento que las mujeres asistentes a la gala, actrices y estrellas de todo tipo, comenzaron a introducir un toque de color en la alfombra roja, abriendo la puerta a diseños que entraron en la historia y siguen siendo referentes rompedores, si bien no todos son del gusto de muchos. Entre ellos encontramos numerosos ejemplos, algunos relativamente sencillos y que solamente muestran su evolución por su colorido, como el vestido de Diosa Griega que Laura Hutton llevó en 1975, y otros, auténticas obras de fantasía y casi de psicodelia, como el vestuario de Diane Keaton al recoger su oscar por “Annie Hall”, que parecía estar formado por retales cogidos a ciegas del armario, o cualquiera de los modelos lucidos por Cher, sobre todo el de 1986 con su pequeño top de rombos que dejaba el abdomen a la vista y, sobre todo, su enorme tocado de plumas.
Esos locos años 90
Durante la última década del siglo XX, los Oscar iniciaron su expansión internacional, pasando de ser uno de los mayores eventos de EE.UU. a ser un acontecimiento de relevancia mundial, ampliando el foco de los medios e iniciando un progresivo crecimiento del tamaño de la alfombra roja, que cada vez tenía que dar cabida a más celebridades.
No obstante, ante tantas estrellas y con la recompensa que la exposición mediática suponía, la competencia ante los flashes de las cámaras se volvió feroz, lo que nos llevó a un tiempo en el que aumentó exponencialmente el número de modelos estridentes, llamativos y exuberantes.
Entre ellos, tenemos el vestido rojo que Cindy Crawford llevó en la ceremonia de 1991, uno de los vestidos más icónicos, no solo de la historia de los Oscar, sino de la moda en general. El modelo de tirantes y escote profundo, diseñado por Versace, levantó tanto interés que se multiplicaron las copias e imitaciones, un signo de halago hacia uno de los modelos más recordados de este evento.
Otra de las joyas de esta época fue el vestido de Nicole Kidman de 1997, que puso el nombre del diseñador John Galliano en boca de todos, ya que pertenecía a la primera colección que el gibraltareño realizó para Dior. Este vestido, en color verde lima y con inspiración oriental, fue una apuesta arriesgada por parte de la actriz australiana y, si bien para algunos críticos no fue una buena elección, para nosotros es sin duda alguna uno de los mejores vestidos de la historia de los oscar.
Sin embargo, no todo fueron vestidos de ensueño. Como ya hemos mencionado anteriormente, la originalidad (y la estridencia) tuvieron un puesto de honor en las distintas entras de premios Oscar de los 90, y eso que las apariciones de Cher ya no fueron tan frecuentes. Si bien durante esta época hubo espacio para el que algunos consideran el peor vestido de la historia de los Oscar, como fue el de Lizzy Gardiner compuesto por 254 tarjetas American Express Oro, o diseños estrafalarios como el “traje blanco del revés” que llevó Celine Dion en 1999, en nuestra opinión el ejemplo más icónico de entre la amplia selección de diseños llamativos fue el de Whoopi Goldberg en 1993. Curiosamente, es un caso excepcional, ya que el colorido diseño de reina (posiblemente malvada) de cuento, no es obra de ningún diseñador conocido, sino que es un modelo que la actriz compró en una tienda de Beverly Hills.
El nuevo siglo o la época dorada del estilo
Para algunos, con la llegada del nuevo siglo los paseos por la alfombra roja se han vuelto casi anodinos, ya que cada vez son menos las artistas que optan por diseños arriesgados, para bien o para mal. Sin embargo y, a pesar de esta nostalgia noventera, desde nuestro humilde punto de vista pensamos que los que vivimos en esta época estamos teniendo la suerte de ver algunos de los mejores vestidos de la historia a las puertas del Dolby Theater (antes Kodak Theater).
Durante esta época, incluso los vestidos menos “ponibles” o aquellos que no se adecúan al estándar de vestido de estrella del cine o de la música se han ganado de forma inmediata un sitio en el olimpo de los vestidos de gala. En este grupo, seguro que recuerdas el impresionante “vestido-cisne” de Björk, indudablemete la apuesta más atrevida que se ha visto en la historia reciente de los Oscar.
Estos primeros años del siglo XXI nos han dado también un bueno número de vestidos más “ortodoxos” que el de Björk que merecen estar en nuestra lista, si bien solamente unos pocos han llegado hasta la selección final.
Entre ellos, tenemos ejemplos de todo tipo. Siguiendo el orden cronológico, podemos empezar por el vestido de Valentino que Julia Roberts llevó en la ceremonia de 2001, en la que además se hizo con el Oscar a la mejor actriz por Erin Brockovich. Este diseño vintage en negro, con una tira blanca en la parte frontal que se divide en el pecho para formar los tirantes, causó auténtico furor desde el momento en el que la actriz apareció en la alfombra roja y, para muchas publicaciones, es uno de los tres vestidos más icónicos jamás vistos en la alfombra roja.
Otro de los vestidos más emblemáticos que los primeros 18 años de este siglo nos han dado lo llevó Halle Berry en 2003. Si bien, por lo que hemos podido comprobar al documentarnos para este gráfico, es un diseño que se odia o se adora, ya que para algunos merece entrar en el Olimpo de los mejores de todos los tiempos, mientras que otros lo colocan en la categoría totalmente opuesta, en Katoni no hemos tenido ninguna duda al respecto a la hora de decidir en qué grupo nos encontramos: para nosotros, el vestido compuesto por un cuerpo transparente con bordados de flores y una amplia falda de seda, obra de la diseñadora libanesa Elie Saab y que casi nos recuerda a una escultura clásica como es la Victoria de Samotracia, es uno de los mejores modelos que hemos visto en las casi 90 ediciones de esta gala.
A pesar de la escasez de estrellas internacionales en nuestra lista, una de las pocas representantes de este grupo es la que posiblemente sea la actriz española más internacional de todos los tiempos. En 2007, la actriz madrileña atrajo la admiración del mundo entero con un vestido rosa sin tirantes y con falda de plumas y se convirtió en el centro de atención de las cámaras, situación que se repetiría al año siguiente por un motivo mejor aún, al convertirse en la ganadora al Oscar en la categoría de Mejor Actriz de Reparto.
Por último, y si bien en las últimas ediciones de los premios hemos podido disfrutar de tantos espectaculares vestidos que nos darían para otro artículo, nos gustaría destacar el que para nosotros es el más espectacular de las alfombras rojas de todos los eventos de la última década. En 2014 Lupita N’Yongo dejó con la boca abierta a los asistentes a la gala y a los millones de espectadores que seguían la retransmisión desde casa con una creación de Prada hecha a medida. El vestido se caracterizaba por su color azul, que recordaba al de cenicienta y que la actriz eligió como homenaje a la ciudad de Nairobi, un pronunciado escote y una falda plisada con decoración de brillantes. Todo esto, rematado con una preciosa tiara de oro y diamantes. Un vestido capaz de hacerle sombra al vestido rojo de Dior que llevó Jennifer Lawrence en esa misma gala, y de hacernos olvidar otros grandes diseños que ha llevado Lupita N’Yongo, como el de perlas que lució en la ceremonia de los Oscar apenas un año más tarde.
¿Y tú qué opinas? ¿Nos hemos dejado alguno de tus candidatos a vestido más icónico de los Oscar en el tintero? No dudes en dejar un comentario y darnos tu opinión al respecto.