Camisas para mujeres
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Camisas de mujer, abriéndose paso en el día a día
Esta prenda, tan extendida como distinguida, es una de las que tienen una constancia más antigua en la historia de la moda. Ya en los tiempos del Imperio Egipcio tanto hombres como mujeres llevaban un tipo de camisa llamada Kalasiris. Por aquel entonces y hasta bien llegado el Renacimiento, las camisas se hacían de una pieza dejando un agujero para pasar la cabeza y su función era, principalmente, proteger la piel de los otros tejidos más ásperos y resistentes que componían la ropa de diario.
Y es que, hasta el siglo XIX, las camisas no eran más que ropa interior y llegaban hasta las rodillas. Tuvo que pasar la Revolución Francesa para que empezaran a salir a la luz y mostraran su blancura dando así la nota de clase y aristocracia. En el caso de las mujeres, en el siglo XIX empezaron a llevar blusas, prenda que hasta el momento estaba relacionada con distintos oficios. Ya en el siglo XX la incorporación de la mujer a oficinas y despachos, el uso de las camisas amplió su popularidad.
Formalidad y elegancia al alcance de la mano
Al margen de su larga historia, lo cierto es que las camisas siempre han aportado un toque de seriedad a cualquier vestimenta. Hoy en día se pueden ver hasta con vaqueros en los días de diario, pero siguen manteniendo una relación estrecha con los trajes y los pantalones de vestir. No en vano, son una de las prendas fundamentales en el armario de cualquiera que trabaje en una oficina.
Acompañadas, como decíamos, de un pantalón de vestir y una americana o blazer, tenemos el look profesional de base. Con él tenemos garantizada la atención y el respeto en el espacio de trabajo. Siempre puedes aportar un detalle discreto para personalizar este uniforme, como puede ser un broche o un collar. La camisa blanca es la reina en estos casos, pero también puedes utilizar una con raya diplomática o en colores pastel. Y para ocasiones especiales, ¿por qué no una falda de tubo?
Sin embargo, ahora, muchas oficinas optan por dar aires de informalidad a sus espacios y ya no es necesario arreglarse tanto. Una camisa de cuadros con vaqueros o chinos puede quedar igual de bien dentro y fuera del trabajo. Para el calzado, unas zapatillas o un zapato clásico, pero en cualquier caso, sin tacón y lo tienes hecho.
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